2.12.08

Inventario1(el milenio a punto de esfumarse)

Hoy que aspiro la recuenta de tus últimas fragmentaciones, acaparo ansiedad y vibración; quizás temor, tal vez inminentes redes... bronca y sudor, la semilla pujante y retoños cualunques en la noche callada.
Me perdí de algo en el callejón desértico, hora de dormir cuando andaba a cuentagotas mi débil creación... solíamos hablar de banalidades, aunque con frescura adolescente; ofrendas, silencios, modalidades ascendentes, el subterfugio asesino, la mirada sonriente.
Y aparecían millones de expresiones, de todo tipo: el futuro, la ecuestre soledad, el arte helando amaneceres... decenas de estrellas contemplando la calma, barriendo el desaliento, usufructuando pensamientos que ardían, con ternura, en ambos. La mañana de fin de mes en tu alma, la travesura de escondernos del entorno, maravillas y ramilletes de alelíes, inclemencia del tiempo por delante de la lluvia monzónica.
Admirando al astro mayor, riéndonos de la vida que no lograba alcanzarnos... y qué espontáneos éramos, y lo hacíamos sin pensar en la humanidad cretina y avasallante.
Ambiciones de sentirnos dueños del viento... todo brillaba en el cauce que vislumbrábamos. ¿De qué nos servía morir en ese instante?.
Walking on the moon... these days was dreams. Apaciguando calmas y clamores; el salto definitorio hacia la respiración... trampolín hacia el columpio mágico. La burla del diablo ensoñando cristales, los ojos mirando a través del sueño.
Y qué me quedaba por atardecer? Si venía atardeciendo desde la temprana fascinación por la esfera del mar violeta... otrora mar de luces opacas.
Y caían las millonadas de adulación, los avatares y la instancia de la redención crisantémica, el efervescente invierno atravesándonos... ahora como desde que clavaste la mirada en la cima de la península imaginaria, fantabúlica, adonis alba(parece un latinismo que se refiere a vos)... me estaba yendo sin dirección – la petición a la indiferencia ausente- hacia algún paisaje floreciente.
Vos te maquillabas en el tocador de un bar burgués; hacía calor en otoños narrados por un artesano devenido en poeta arrullado sobre tu pecho, y no lo presentías, ni siquiera lo deseabas.
La gloria sempiterna... y te quedaste en casa sin decir nada, mucho por hacer aún. Te inventaba cada vez que podía, a veces con impaciencia, otras con simples ganas de hacerte real... y qué bien te veías. Todo el caudal proveniente de tu dulce cabello cayéndote por los hombros; la ciudad nombrándote y dejando un recoveco, en tu despojo, para mí.
Mientras estaba ausente, admiraba la plenitud lunar, el ocio irreverente, la desgracia de hallarme habituado a un carcelario precipicio, o tal vez una lluvia con forma de pájaro.
Hubo cierto momento en que encontrarnos resultaba ceremonioso, ligero, dócil, lleno de vacíos existenciales... te ofuscabas por entender que era irremediable el final. Dirigías tu mirada hacia donde no me encontraba, y me dolía, realmente me hacía daño, como un fuelle sin imaginación.
Llego el momento de acercarnos... te envidiaba la creciente tendencia al bamboleo del sueño, y me dejabas yaciente en cualquier esquina del “Boulevard de la Muerte”.
Eras el sitio donde Cristo había conocido el mundo; el apacible desierto hidrante, la tempestad que me alejaba del hastío.
Night and day: dos constelaciones que se reflejan eclécticamente y sin mas que la estentórea cuestión de nacer para dar belleza.
Baldío y altitud... alimañas sobre el vidrio empañado de frustraciones; ella sabia que podía ser feliz si me dejaba soñar en su sueño vespertino.
Deslizándome a través de un todo incandescente; te veías a pesar del gris omnipresente... cuanta lozanía, tal belleza inmejorable. Hora de despertar de mí, te hiciste tan real que me quedé trepidante bajo un cielo alcalino; y de veras me importabas, tanto como mi respiración, jadeante y devenida en martirio. Te obsequié un volumen literario para que conocieras el amor... aunque deseaba ser yo, quien te brindara ese bostezo de azúcar.
Ay del horizonte, cuando nos situó en el camino del otro... te disfrazabas de aquella primavera ausente en mi existencia; y el tramo hasta ti se reflejó en sensaciones de sentirme volátil y libérrimo, cual John Lennon en banquetes de paz y poesía.
Creciente fervor que habla de ambos; no me abandones en la desgracia de vivir sin tu, dulce, mirada... y quien será mi cobijo cuando el invierno comience a invadirme?. Aún te espero, y lo seguiré haciendo... todo lo que te trae a mí, concluye en una lágrima carente de humedad y rebosante de distancia.
Me dijiste que no te odie, te dije que no lo haría... el diluvio es la catarsis de ambos, cuando miramos el firmamento.












ES CIERTO... QUERÍA QUE LO SEPAS... PIDO PERDÓN POR MIS ACTOS...

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Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo...

ALLEN GINSBERG "AULLIDO"