Clarividente salida, esmerando tribulaciones que comenzarán a desdibujarme lentamente.
A lo lejos, un jardín de flores vestidas de flores, alimentándose de flores y proliferando sus almas a través de la noctámbula música que acobija el espacio.
Música y más música; deliberadamente inquieto mi existencia con humos y adjetivos solemnes... una sucesión de daguerrotipos que se extienden y avizoran nuevos imposibles.
Todas figuras que se envuelven en danzas misérrimas.
Yo procurando ser yo una vez más y sin lograrlo, manipulando nuevas sensaciones y oyendo desfilar palabras por doquier.
Mi jardín está a salvo, gracias a ese infinito jardín que no deja de hacer que fluyan nuevas experiencias.
Acudo a un abrazo que perece, socavo más polución de amor imperfecto.
Las chicas que lucen pomposas y descaradas, propensas a concretar cada idiotez que se les ocurra llevar a cabo. Los hombres rebosando libido a través de miradas místicas...
Me llevo un nuevo infarto a la cama y sé que no tardaré mucho en pedirte que vuelvas.
Una taza de café y todo estará en orden; el descanso será insuficiente.
Mientras tanto... el jardín da a luz ese recuerdo de embeleso y marfil.
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