Me perdí en tu mundo ayer. Antes de nacer, antes de todo lo posible, antes de saber que tan real eras.
Y me sumergí en tu mar albiazul, terreno, estremeciendo mis pensamientos con precisas secuencias de amor.
Se abrió tu cáliz a mi beso, se hicieron vida los momentos, hechizados de dolor y llanto... mis latidos esperando por tu inmediata redención.
Y llegaron los días en que Cortázar nos recibió buscándonos, pero lejanos de cualquier encuentro; “Via láctea” de brisas incontenibles.
Un suspiro que significaba toda una vida buscándote por diferentes mundos, ya sin fé, hoy sin voz... una paloma que se escapa de tus ojos.
Y desearía encontrarme nuevamente contigo en esa ola inédita, contemplando como los momentos van acumulándose como pompas de nieve en aras de la vida misma.
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