Mes, día, hora, minuto y segundo... Este es el estado, el frío, la deshora.
Podría dormir hasta adoctrinar mis pensamientos en tazas de café... como el fervor que clama por un resabio de calidez.
Julio es inicio, otrora carroña de viejos rencores; églogas e invierno, licor y símbolos.
Una aventura en degradé, una virulencia menguante, un suicidio inocente; tal vez ese ronquido mustio que encierra vaivenes inolvidables.
El mito beligerante, la panacea vulnerable, el deseo de vivir muriendo.
Ese solitario devenir en la boca de algún desangrado beso, la imaginaria razón de tener que contemplar la tristeza.
Es un momento, una sazón ausente, un inconmensurable abrazo crepuscular, una flagrante sinceridad meciéndose en cada santiamén de vitalidad que perdemos...
Es mi mirada en tu vientre, tu noche en mi siesta y el abrir y cerrar de ojos, que tomó esta prosa.
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