
Hoy igual que ayer, y mañana igual. Perdí mis desafíos al perderme en tu boca; suspirándote, vos siempre caudal, te sigo esperando a través de las fronteras.
La llama de la quietud me inspira.
Te veo caer, y me tiro yo; fundidos en un valle que se duerme con la lluvia.
Recuerdos que mueren esperando tu llegada.
Es tan lejos, que muero por vivir así; estás tarde, y nada me quedó al partir.
Extrañándote, sigo siendo yo; me encierro en un sueño que carece de paciencia. Te veo allí, y te vas al fin; no tengo visiones que me muestren tu presencia.
Y si te quiero encontrar, no hay huellas.
Tu mano tome, y miedo sentí; sabes que me derrite el terciopelo de tus palmas.
Si el viento me lleva a vos, nacemos... hoy igual que vos, tal vez la ciudad, nos llueva de la lluvia que nos moja de tristezas.
Ahora que soy ayer, te espero.
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