
Llevarme tu boca a la boca, como implorando que allí repose y de allí no salga jamás...
Enumerar cada segundo que hayan compartido ambas, sublimando los astros y los ciclos, las quimeras, los felices años que duró.
Vislumbrar cálices en nombre de la dicha que desfiló en la calidez que nos fundió.
Fueron miles, pocos, etéreos, vehementes, fútiles... Un abanico de estelas que se adoraron efímeramente.
Y en la humedad se encontró la trascendencia, el fulgor, el temor a seguir fundidos en la noche, en el tiempo, en el devenir de nuestras palabras.
Tentempié de los amantes, obertura del amor, secuencia irresoluta... Magia candente en tus labios...
Suburbios, bocetos, rapsodias...
Cuando resucitarán las miradas?
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