
En el éter de los orates... me llama esa extraña voz.
Morir de vida en los atolones que nadie hallará... el Rimbaud naciente del sujeto muriente; la escena precisa, la noche más incierta, el alud de pronunciaciones que surge como una duda que no se develará.
Fin del ciclo, comienzo del reemprender jamás comenzado.
La colmena de mi prosa malherida y sin aliento; ya nadie cree en mi lamento y merezco un descanso profundo y extenso.
Nadie sabe del amor en mi mundo... mundo real e inexistente; a mis ojos todo se hace tangible.
Llora mi numen yacente, resurge la fase del iluminado, maldita suerte apremiando... y en la tempestad, un cadáver putrefacto en plenilunios de marfil.
1 comentario:
Alguien ya sabe de su amor en ud. y lo disfruta sin limites...
Te amo amor!
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