
Recién llegado. Enmendando el pecado de un mal padre, que nos crea y luego nos abandona, apelando a su todopoderío... Delegándonos el pecado original.
Crímenes de lesa humanidad y obediencia debida... Siempre en manos de nuestro Padre, que nos hace responsables de acciones que son el efecto de sus enseñanzas.
Lentamente, nos disfraza de humano para velar sus sadismos, sus vituperaciones, sus atentados simbólicos... Nos lleva a su refugio; nos brinda su mano para tomarse de nuestro codo.
En su mente descansa la autoría material del asesinato de nuestra consciencia...
Siento vacuidades, melodías seculares por doquier... Soy consecuencia de una negación de la regla, oculta detrás del acto prohibido.
Sed de eternidad divina... Somos el lapsus celestial.
Morir por los pecados que nuestro Padre realiza y que nunca revelará.
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